
Anhelas un tiempo virtuoso,
inútil como quejarse del presente legado.
¿Siempre tuvo tanta elocuencia?
Oro bendito.
Lo amas porque fue valioso,
pero no hay que pararse en el lecho pugnado.
¿Ves que sufre la misma dolencia?
Oro maldito.
Puede ahora ser lujoso,
competido por gozarse mas no por ser forjado.
¿Escuchas que pierde opulencia?
Oro sangrado.
El rumor lo hizo dichoso:
aquel que debe dejarse,
el que fue reflejado.
Es tarde, ya no tiene solvencia.
Oro salado.
Si avergüenzas al oro primigenio
te recordará que sufrió por lo mismo.
No sueñes con legar como sabio abolengo,
porque el olvido es un paso del avance.
Las familias serán granos del milenio,
las riquezas se tomarán como diezmo,
las manecillas exigirán cada devengo,
y todavía se fuerza a tener un balance.
Si no traes sal no traerás oro,
si no traes oro no traerás sal.
Oro sin sal es oro con vergüenza.
Oro con sal es oro inútil.