El destinatario ausente

pexels-humanistagram-18491114-scaled-thegem-blog-default

Querido amor:

Te escribo esta carta para expresar mi enorme molestia. Estoy muy enojada porque tengo un terrible cartero. ¡Extravía tus cartas!

Todas las mañanas me despierto y me asomo a mi balcón esperando escuchar aquella vieja y oxidada bicicleta. Mi corazón se acelera cuando pasa frente a mi casa, y apresuradamente salgo a su encuentro. Le pregunto por tus cartas, pero me dice que no tiene nada para mí (creo que ya conoce perfectamente mis ojos en blanco). Mi molestia es evidente, pero él continúa su camino.

Considero que es irresponsable de su parte extraviar tus cartas, porque tengo la certeza que no son solo cartas, sino historias de tus viajes, versos de amor, promesas plasmadas en papel; por ello estoy terriblemente molesta de no leer ninguna. Además, admito que estoy preocupada de que también pierda mis cartas y tú, al no lograr leer nada mío, creas que has quedado en mi olvido.

Por esta razón, cambiaré mi manera de comunicarme contigo. Ahora te suplico de la manera más atenta que observes el cielo. Le he dicho al viento que acomode las nubes de manera tal que puedas leer mis historias antiguas y presentes. Le he dicho al sol que ilumine el cielo, que lo pinte como si fuera un lienzo en blanco y plasme todos los colores que siento cuando pienso en ti. Le he dicho a la lluvia que te enseñe todas las lágrimas que he derramado por tu ausencia. Confieso que a todos les he dicho el mismo mensaje: «Por favor, tú que puedes, toca su mejilla y dale un beso por mí. Susúrrale al oído que aún existe amor por él y remárcale lo mucho que extraño sus manos entrelazadas con las mías».

Así que, querido amor, estaré pendiente de tu respuesta. Espero que mis mayores miedos solo sean absurdeces y que tu olvido no sea más que una ilusión; que tu indiferencia sea una blasfemia y yo sea realmente importante para ti.

Suplico a diario, que tú no seas el destinatario ausente.

24

Dejar un comentario

X