Lo que escribí para alguien que no existía

pexels-onsk-3866049-5740051-scaled-thegem-blog-default

Un atardecer resplandeció en mi ser. Soy Eva. Una soñadora amante de los atardeceres. Mujer que adora tomar café mientras mira desde su ventana el caminar de las personas. Esa soy yo. La que se conmueve con la risa de un niño y el canto de las aves. Caminando por las calles de Londres, contemplaba el atardecer que abrazaba a la ciudad.

No lo veía venir. Esperaba y anhelaba que lo nuestro no tuviera fin. ¿Dime que me faltó para estar a tu altura? Lo arriesgué todo, sin esperar nada a cambio. ¿Por qué no fui suficiente para ti? Te escribí miles te textos expresando mi dolor, pero jamás fueron leídos. Te envié cartas con la ilusión de tener una respuesta, y caí en cuenta de que escribí para alguien que no existe. Yo solo quería que fueras tú. Quiero que seas tú. 

Recibo una llamada inesperada de Andrea, mi mejor amiga.

—¡Eva, Eva! Pasaré por ti en la noche, así que alístate.

—Andrea, no estoy de ánimo para salir.

—No te pregunté. Pasaré por ti —dijo para después colgar la llamada.

Decidí irme a casa, pues salir era un desastre para mí. Entré a la ducha y al terminar me puse una ropa cómoda. Andrea pasó por mí. Siempre tan elegante y guapa.

Ahí estaba yo. Sentada en un bar mirando todo a mi alrededor. Andrea quiso bailar con un joven y me dejó sola en la mesa. Al mirar a mi lado derecho, me llamó la atención un chico. Por su rostro y su buen físico, parecía ser actor o modelo. Me miró directo a los ojos. Me puse nerviosa y giré la cabeza inmediatamente.

—Hola, ¿puedo sentarme aquí?

—Ah, sí —dije mirando a Andrea. Ella se acercó rápidamente.

—Me llamo Sonia. A mi amigo le pareces guapa y a mí también. Podrías acercarte con nosotros. Estamos en grupo de amigos. ¿Qué dices?

—Si, iremos —respondió Andrea entrando a la conversación.

No podía creerlo. Era el chico de antes. Sus ojos y los míos se encontraron de nuevo.

4

Dejar un comentario

X