A cargo de Claudio Ledesma
Días: del lunes 4 al viernes 8 de noviembre
Horario y sede: Casa Universitaria del Libro, CASUL UNAM. Horario de 16:00 a 19:00 horas
Programa del taller
a. Relajación y concentración. Al inicio del taller y de cada sesión, realizaremos ejercicios de relajación y de foco. Esto nos mantendrá atentos a la dinámica del taller y nos alejará de las tribulaciones del afuera.
b. Presentación del taller, de cada uno de los participantes y el tallerista. Nos conocemos entre nosotros a través de dinámicas de integración.
c. Juegos teatrales y dancísticos: nos irán soltando la mente, el cuerpo y la voz. Dejamos de lado el miedo al ridículo y lo usamos como herramienta.
d. Contamos nuestra propia historia: qué nos pasó hoy desde que nos despertamos hasta llegar al taller, una anécdota divertida o triste, lo que se nos antoje contar. Entendemos el acto de narrar como un hecho orgánico, libre de artilugios.
e. Improvisaciones I: primero se improvisa desde lo vivencial. Ya tenemos la historia de lo que hicimos hoy, bueno, ahora veamos cómo se escucha esa historia si fuese una historia de terror, si fuese una historia graciosa, si fuese una historia de amor… los demás participantes, que son el público, escogen el género, y el contador debe hacer con la misma historia otro cuento.
Ejercitamos la facultad de transmitir un abanico de emociones; los cambios en el volumen y el timbre de la voz, además de las posturas y movimientos corporales que se toman al contar son trabajadas para empezar a incluir elementos plásticos.
f. Improvisaciones II: Continúan las improvisaciones desde lo teatral, historias creadas en el taller y entre todos los participantes. Empezamos a entender que no sólo somos capaces de contar una historia que ya existe, sino de crear nuevas historias. Nos convertimos en los personajes que contamos, narramos con la voz y todo el cuerpo. Se introducen objetos físicos que enriquecen la contada.
g. Cuentitos, poemas, trabalenguas, adivinanzas, nanas, tantanes… en Venezuela tenemos una adivinanza muy popular: “’agua que pasa por mi casa, cate de mi corazón’ ¿qué es? ¡El aguacate! (palta)”. Y es que desde chicos jugamos con el lenguaje, y todos estos géneros hacen lo mismo. Aquí nos divertimos descubriendo nuevas rimas, refranes, chistes y demás, que nos van acostumbrando a un texto concreto, por más breve que sea, pero texto al fin, para ir ejercitando la memoria.
h. Cuentos breves. Dependiendo de las edades y de los gustos de los participantes, se seleccionan algunos cuentos. Son propuestos por el tallerista, y si el participante tiene alguno en especial que le gustaría contar, mejor aún. Primero abordamos los microcuentos, posteriormente pasamos a cuentos más largos de menos de una carilla.
i. Cuentos no tan breves. ¿Cómo medimos qué tan largo o breve puede ser un cuento? Lo transcribimos. Las apariencias engañan, y un libro con muchas imágenes y poco texto puede parecer brevísimo, y termina siendo más largo de lo que esperábamos, mientras que un cuento sin imágenes puede parecernos eterno hasta que todo está en letra Times New Roman n° 12, y nos sorprende por su brevedad.
Pero no es sólo la tipografía lo que hace a un cuento, sino también la forma en la que está escrito: puede ser una historia densa, cargada de detalles y palabras complejas, o una narración ligera, con un patrón que se repite o un escenario recurrente en el imaginario popular. En el taller nos dedicamos más a cuentos del segundo tipo.
j. Variedad de géneros y autores. Un narrador oral tiene esa capacidad para convertir casi cualquier cosa en un cuento digno de ser contado. Se pueden contar los poemas de Sor Juana Inés de la Cruz, de César Vallejo, se puede contar una canción de María Elena Walsh, un tango porteño, se puede contar un capítulo de Rayuela, o un libro infantil que consista en pocas palabras y muchas imágenes. También se puede contar con el libro en la mano, como se hace a veces en las funciones infantiles, con libros álbum.
Aprendemos qué cuentos funcionan mejor para cada ocasión y cuál es la manera más conveniente de interpretarlo.
k. Técnicas para leer y aprehenderse un cuento. Enriqueciendo nuestro repertorio. Un buen contador es un buen lector, y no hay mejor forma de leer que leyendo algo que nos gusta y nos apasione. Sin embargo, muchas veces nos pedirán que contemos algo que no tenemos preparado, un cuento terrorífico, un cuento “de dinosaurios” (muy solicitados por los chicos), un cuento gracioso, etc. Acá es donde aprendemos diversas técnicas para leer un cuento, para memorizar el cuento, no al pie de la letra, pero sí a retener lo más importante de éste, y desarrollar la capacidad para identificar las partes terroríficas o graciosas, y expresarlas de manera eficaz con todo lo aprendido desde el inicio del taller. ¿Qué dónde conseguimos cuentos de dinosaurios y demás? Antologías de cuentos (hay antologías de toda variedad, por género, por país, etc.), bibliotecas, tiendas de libros (un buen siempre sabe), y por supuesto, internet, con sólo colocar “cuentos de…” en el buscador, tendremos cientos de historias a nuestra disposición. Podremos enriquecer nuestro registro de cuentos y estar preparados para las diversas contadas de la vida: hospitales, colegios, plazas públicas, bares, bibliotecas…
l. Más allá de la narración oral. Finalmente, ¡Cuenta conmigo! es un taller literario, porque nos importa lo que contamos tanto como el cómo lo contamos. Conoceremos nuevos autores nacionales y del mundo, aprenderemos de la tradición oral, esa que se viene transmitiendo de boca en boca desde hace décadas y hasta siglos, y así nos daremos cuenta que contar no es sólo un hecho artístico de expresión individual o grupal, sino que también comprende un acto cultural y un fenómeno social, que no está exento de los cambios políticos y sociales ,y que no comprende un hecho aislado que sucede sobre el escenario, sino que su semilla de cambio permanece en los lugares y en las personas que escuchan las historias.