Estudios (2)

Yo sé que te amo

porque nunca las ausencias fugaces

me dejaron el viento tan vacío,

tan ciego y silencioso.

Yo te veo los lunes y los miércoles.

(Los martes son perfectos,

porque te vi la víspera y al día

siguiente voy a verte). Pero en los

días adelante

el color de tus ojos, tus cabellos

a fuego lento –miel en sombra–

tu figura

que a cada instante se escultura y tiene

la belleza infalible de las manos

puestas a hacer el mundo, mejor siempre…

En esos días siguientes,

en que todo es domingo por la tarde,

hipótesis y espacio,

tiendo la cuerda floja de esos días

y echo a bailar el adjetivo heroico

que sirva a tu persona, sin mirarte,

obediente, adivino, enamorado,

virrey de tu esperanza y tu deseo,

velocidad, nivelación constante,

de tus pies y tus manos,

espejo poseído, y en mis manos,

orilla de tu sombra, rebosante.

Tú nada sabes.

¡Si alguna vez me vieses con mis ojos!

¡Si a ti perfecto fuera el martes

por lo mismo que a mí…! ¡Si fueras tú

quien pusiera palabras al silencio

que yo vierto ante ti, porque hoy no puedo

sino callar, y apenas en la rueda

colegial encender una mirada

para apagarla pronto y estrechar

tu mano y despedirte con las mismas

palabras que les digo a los demás!

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