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El destino de las sombras no es

el silencio, sino la luz.

Los hombres requerimos de un recuerdo para hacernos

de palabras y decirle mundo

al mundo, respuesta

a la pregunta, suposición

al ser.

 

El cielo nos cobija de abandono y en las nubes

no cabe un muerto más. Son

el vivo reflejo de los hombres

en tierra. Nadie avanza

con su propia memoria. No hay impulso

gravedad en la huella

sin la raíz de todos. Acaso

algún destello que nos hace situarnos

frente a la inmensa noche de los días: adivinar

un sol en la mirada de quien amamos

tanto.

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