“de un costado del hombre nace el día”
− Octavio Paz
Volver a los ombligos
con el puño ensangrentado
de tocar tanta puerta, tanto espejo.
Volver a la desilusión
con el ombligo abierto
y esperar a que te acoja como casa
que allí adento ocurra la detonación,
la casa convertida en universo.
Una sola estrella cabe
en la esquinita del ombligo que se abre al mundo
que se abre a la palabra
deseándose intacto a todo aquello
intacto inclusive al habitante
que es todo lo otro, es decir
nada en específico, el mundo, lo creado.
Y desde allí
desde el boquete infinito del ombligo
llorar el espanto, la fisura.
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