Nuestro centro

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La historia no es un lujo, es una necesidad.

M.L. Portilla.

Yo apostaría que cuando alguien contó una historia por primera vez, empezamos a ser humanos. Así como el magnetismo es centro de nuestro planeta, las historias lo son de nuestra vida.

¿Acaso hay algo que sepamos que no sea interpretado por alguno de nosotros? Nuestra vida no es más que un regular o buen relato, narrado de forma personal concomitante con el relato en masa. Es decir, creamos un todo a la par del que existió siempre. ¿Arrogancia absoluta? Quizá sólo sea parte de un mecanismo natural inconsciente del que nos servimos para sobrevivir, aunque lo enunciemos como vivir. Debe ser causa de lo relativamente joven de nuestra habilidad a la que llamamos mente, misma que nos permitió sobrevivir a las peripecias naturales del entorno. Cubiertas tales necesidades, ¿se imaginan? La mente debió recurrir a llenar los vacíos que hasta entonces no lo eran. 

El asombro del mundo para cualquier sujeto es un enigma que, bien a bien, no aceptamos. Tanto, que no tuvimos más remedio que narrarlo a nuestro antojo. Estando de pie sobre su suelo, estamos distanciados. Somos sus hijas e hijos trémulos y prófugos. Lo que nos contamos, y nos cuentan, es producto de lo que hoy aceptamos y discutimos. 

Mañana serán otras historias. Por ejemplo, durante catorce siglos, los seres humanos se contaron que la tierra era el centro del universo, es decir, nosotros éramos el punto y el universo nuestra circunferencia. Esto, gracias a Claudio Ptolomeo. Para fortuna de aquellas personas que vivieron creyendo ser el centro de todo, mucho tiempo después llegó Nicolás Copérnico. Nos contó otra historia, donde no éramos el centro, sino una pieza más alrededor de un astro. Kepler quedó encantado y la continuó narrando. El mundo real no se detiene, pero el nuestro tampoco. No importa qué historia, importa tener alguna. Es nuestro centro, la delgada estabilidad por la que transitamos. ¿Por medio de qué historia vives? Sea cual sea (aunque espero sea legal) ese es tu centro; todo alrededor, tu universo. La vida es maravillosa, pero, ¿lo sería sin las historias que nos contamos? Ingenieros, escritores, músicos, etc. Todos viven de lo mismo. Contemos mejores historias. Dejemos la guerra para las fílmicas.

Semblanza

J. F. Coronel. Ciudad de los Cuatro Ríos, Culiacán, Sinaloa; día y mes que Galileo Galilei, pero de 1995. Cursé “Una historia del poder en México” en MOOC UNAM. Lector por desgracia, curioso por fortuna.

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