Volver a ser austeros, ser la noche en el médano.
El campamento de una juventud vieja.
La mirada detrás de una llama, rastros
de sombras conectándose.
Prendidos en el aire de unas pocas preguntas,
con la alegría fácil.
Recuperar esa confianza aunque hayan
quedado lejos
la estela desprolija de las carpas,
aquel candor
y nuestras caras lisas,
y la arena moviéndose treinta años atrás.
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