
una vez vi un bosque
y del bosque salían tus manos y tus piernas
las manos querían establecerse entre los árboles
entre las ramas querían acomodarse como lo hacen las ardillas
hacer un fuego de noche y un fuego de día
y columpiar
sobre el mismo fuego
su alimento
me invitaban a observar los amaneceres
a perfeccionar ese recuadro
a construirlo
a esculpir sobre las mismas rocas nuestro nombre
y unir nuestros dedos hasta el alba
pero las piernas
que si no se les da un camino para recorrerlo
se entumen
que sin el calor de su marcha
no se enciende el placer del movimiento
y se oxidan
¿cómo iban a aguantar esas piernas tan azules?
sin su gracia mecánica
las piernas no siguieron a las manos
y se fueron
te digo que una vez vi un bosque
y no estabas tú completa
dejé tus pobres manos
y me fui con tus piernas
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