Viaje II

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Miramos tenues y cálidos focos del árbol

En el que aquel que no se deja amar colgó un lazo,

Nos vemos.

Lo objetivo es halógeno fuera de foco.

 

Hablamos de vida mientras la estamos viviendo,

Es un basurero —perros tiraron un bote—.

Puedo escuchar la labor de la humanidad:

En fractales que cortaron el pie de un amigo,

El posterior crujido de vidrio bajo escoba;

Sentir que ya me habían contado cierta historia

Del niño que le robó los dulces a Elegguá.

 

Suena de los gatos, jazz

Fondo, traté iluminarlos:

El parar su sufrimiento.

Todos los demás siguieron

Sufriendo la brillantez

Propia de la reticencia al dar una moneda.

 

Todas las fotos existen; y toda palabra

Tan solo roza el lamer del gato en tu dedo

Cada vez que siento entender absolutamente

Todo en Él, ser uno todos

U oír la canción de “Por el resto de tus días…”

 

Gotas de saliva sobre su cabello lacio

Cual rocío sobre telarañas nuevas —Indra—;

Sumergirse en el bochornoso líquido amniótico

De miles de manos desconocidas tocándome,

Pelear hasta dejar de sufrir al ceder mi

Cuerpo en retorno a la bocanada colectiva.

 

La suavidad pastel de un gatito envuelto en sábanas

Postorgasmo, petite mort.

Nuestro jazz de fondo peleaba, gemía, amaba

–Un samurai corta la música en versos–.

 

Cenefa caída en arabesco rococó,

Cortina de etéreo teselado hexagonal

Rosa, resquicio pequeño,

Hipercubo de argón:

Ánima en harén de jade;

 

Un viaje es todas las definiciones de salir.

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