Eran pocas palabras, pero daban luz;
me mirabas como si no existieran los finales
o la muerte no tuviera poder sobre nosotros.
Lo que amé en medio de tus ojos
fue tu sombra deslumbrando a la mía,
su altura encima se enmaraña hasta perderse.
Siembran de madrugada aquí cerca,
escuchamos el paso de sus charcos,
cuando una moneda a mitad de la noche cae en sol.
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