
Zip.
Cierro la maleta y suspiro mientras recorro con la mirada el lugar prácticamente vacío que estoy a punto de dejar.
Todo se ha guardado en cajas, algunas vendrán conmigo y me despediré de otras, tal vez pueda encontrarles un nuevo destino; es difícil desprenderme de lo que contienen, pero así podré compartir con alguien más algo de mí, algo de mi pasado.
Siento un picor en los ojos y parpadeo rápidamente alejando las lágrimas, la evidencia de mi gran conflicto interno: la felicidad por dar un gran paso hacia adelante se enfrenta a la nostalgia que siento por todo lo que voy a dejar tras mi partida y a la incertidumbre por lo que vendrá después de esto.
No sé qué me espera. Ése pensamiento me aterra y emociona por igual.
Sé que tengo un boleto, sólo el Cielo sabe a dónde; está dentro del sobre que aguarda pacientemente encima de la mesita junto a la puerta. Llegó a mi vida como una sorpresa y guardando consigo una promesa para el futuro, un misterio que estoy ansiosa por descubrir.
Me aferro a la maleta con fuerza, con la esperanza de que todo saldrá bien. “Cree en ti”, es la frase escrita en su superficie morada, como un mantra que deberé repetirme constantemente, a cada paso que dé por el resto del camino.
Cierro los ojos y suspiro lentamente.
Cuando los vuelvo a abrir estoy decidida; tomo el sobre de la mesita, abro la puerta y tiro de la maleta para avanzar. Me siento segura de lo que estoy haciendo, atravieso el umbral y sonrío cuando la puerta se cierra a mi espalda.
Click.
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