
Explicarle al viento lo que ayer fue y lo que hoy ya no, sería algo invasivo, tendría que hacerlo de nuevo mañana. En cada recorrido que el viento da por el mundo comprende que todo cambia: las estaciones, las personas y tu ausencia. Le pedí al viento que se llevara mis recuerdos del ayer consigo, y simplemente me acarició, sopló en mi oído y dijo que era imposible llevarse algo que no se ha soltado, le pregunté entonces cómo es posible que revoloteen las hojas de los árboles de aquí para allá, y me dijo que el árbol hizo lo que yo no: cambiar, soltar sus hojas y dejarse renacer.
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