
En el paraíso
todas las mañanas están llenas de tempestad.
De un viento que sacude ferozmente las raíces,
de un sonido divino y orquestal.
La memoria del corazón,
la más segura y también la menos amigable
en el tiempo de una vida uniforme y gris.
Sin importar a dónde fuera,
esa enfermedad juvenil,
sorda y con dificultad en el habla,
siempre me encontraba.
Entonces lo supe,
las cosas cambian.
Así dejaré ir tu aroma.
Y si poco a poco
comienzas a olvidarme,
piensa en ese día.
Una flor con dulzura
que busca besar tus labios eternamente.
Transparente, redonda, rosa, curva, carnosa…
Ay, amor mío.
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