
Estoy segura de que no era un sueño. Los colores eran amigos del tiempo, como si estuvieran en sintonía con el reloj; un verde que brilla y tintinea suena junto a las manecillas. Entra el aire, una desconexión entre vista y cuerpo; pendiente de las horas, encerrada en un cuenco de árboles.
El tiempo es lento, como si fuera una cinemática exagerada de eco, eco, eco… Lo digo de nuevo, “eco”, todo hace click, el tiempo que perdí regresó, ansiosa espero a que el tiempo se pierda de nuevo. Estoy segura de que no era un sueño. Solo un espacio congelado y fragmentado en mi memoria.
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