Hoy te vas de mí.
Llevo más de la mitad de mi corta vida tratando de olvidarte, de superarte o de estar contigo de una manera sana: la primera no se puede, la segunda no sabía cómo y la tercera tú no quieres.
Yo te amaba de la misma manera en que tú lo hacías conmigo. Me encantaba reír juntos, jugar, tomar tu mano en la calle; adoraba estar junto a ti. Pero, de pronto, toda mi vida cambió. Mi familia ya no era la de antes, gracias a una decisión que tú tomaste y que hoy ya no me importa.
Ya no me importa tu vida antes, durante y después de mí. No me importan tus relaciones ni cómo pasas el tiempo. Ése ya no es mi asunto. Pero no entendiste que, aunque tuvieras tu vida aparte de la mía, yo te necesitaba. Y te olvidaste de mí. Pusiste a muchas personas entre nosotros, me dejabas esperándote y nunca llegabas. Me lastimaste y lo sigues haciendo.
¿Por qué no entendiste que yo te necesitaba?
¿Te arrepientes o te avergüenzas de mí?
¿Por qué, después de tantos años, me sigues rechazando?
Yo te adoraba, pero tú sólo te has empeñado en hacerme mierda.
Esta es mi carta de amor para ti, porque este es el amor que me has enseñado a recibir.
Hoy te vas de mi vida, pero te quedas en mi memoria. Hoy te alejo porque nunca quisiste acercarte. Hoy, padre mío, te borro de mi vida para siempre.
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