
Tengo la vida en un bolso de mano,
estuvimos dándonos abrazos por la ruta
por la cual se sale de Mérida
para llegar a Dallas.
En mi casa hay dos ventanas,
por una observo al país y su tropelía,
por la otra sigo mirando la calma citadina.
Aquí, de todos modos,
soy un extranjero.
A veces anoto en una libreta,
repito lo mismo:
es tiempo de rebelarse primero en lo interno,
confrontarse a sí mismo
como quien busca
(des)dibujar lo de afuera
antes de dar cualquier paso.
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