
No pierdo nada al intentarlo es mi frase favorita. Me gusta intentar de todo, excepto probar comida que me da asco. No pierdo nada al intentarlo, me da una paz interior tan serena y tan tranquila que me hace sentir muy a gusto con la idea de que, aunque no puedo hacerlo todo, intentarlo no me quita nada, más que dignidad algunas veces, pero la verdad eso no me importa. Cuando llegue a la edad de empezar admisiones para la universidad, haré la admisión a Harvard: no es mi escuela ideal ni mi gran sueño (tampoco creo entrar) pero, no pierdo nada al intentarlo. Cuando tenía trece años audicioné para la Escuela Superior De Música y Danza de Monterrey. Y aunque no fui admitida ese recuerdo es una de las mejores anécdotas que tengo de mi vida artística; todo lo que pasó durante ese tiempo de mi vida me encantó. Y la verdad no perdí nada, obviamente me sentí mal al ser rechazada de una de las más prestigiosas escuelas de danza de mi estado, pero lo intenté. Intentar es mi verbo favorito, me encanta, no hay mejor acción que intentar. Por eso me encanta bailar: mejoro al intentar nuevas cosas, coreografías o ideas. Hay muchos caminos que tomar mientras se intenta algo, nuevo o viejo.
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