Deriva

cage-gb3b54487b_1920-thegem-blog-default

Estás atrapada en una jaula.

No respiras.

No creces.

No fluyes.

 

Estás desesperada.

Y por más que quieres escapar de tu jaula,

no puedes.

No puedes, porque estás encadenada.

Y lloras.

Y te marchitas.

Y ya no cantas.

 

Te imaginas saboreando la libertad.

Piensas que un día todo volverá a la normalidad.

Piensas tanto, que se te olvida lo que te han arrebatado.

Te incendias.

Te inundas.

Tiemblas…

 

Sientes cómo la vida se te va escapando.

Sientes desde tus adentros la condena que todos nos estamos haciendo.

Sientes que tu valor se hace cenizas.

 

Por más que te preguntas quién tiene la culpa de tu desdicha,

sabes que la respuesta es siempre la misma.

Seres con una cabeza, 

con dos brazos que son capaces de desgarrarlo todo,

con dos piernas que son capaces de recorrerte entera.

Seres que lo tienen todo, pero,

cuando se trata de ti,

tienen todo, menos corazón.

 

Sabes que tu futuro es incierto.

No sabes si esos seres de una cabeza perecerán ante tu ausencia.

No sabes si tus extensiones de vida sobrevivirán ante la rudeza.

No sabes si será la luna o el sol quién admire cómo te doblegas ante tus heridas.

Mientras más te preguntas, sabes que la única certeza es

que esos seres sin corazón te han dictado un destino sin compasión.

 

Porque al final del día, ¿de qué sirve que te quieran mantener viva, 

si todos te tienen totalmente sometida?

22

Dejar un comentario

X