
Es un tropiezo el despertar
en lo que es el sombrío cantar
de los días de las caras muertas.
Parvadas de miradas yertas,
y un corazón que está destruido;
gime para ser deglutido
por las horas de soledad.
Palabras con ambigüedad
y silencios de estricta voz.
Un atardecer que es precoz,
nos dota de una angustia viva.
Calles que van a la deriva
y avenidas de un hostil clima.
Conduzcamos a aquella cima.
Es joven desesperación
la vida rota; la pasión.
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