De reparación y olvido

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Si la cosa va mal un mes, seguramente

se repararán el siguiente. 

Jane Austen

 

Todos hemos sufrido una ruptura. Nadie está exento de ello. Pasa antes o después, pero sucede. Terminar una relación, enemistarse con un familiar o alejarse de un amigo es un proceso agrio que suena a cristales rotos. 

Cuando algo se rompe, adquiere el significado del desecho. Pareciera que, en la mayoría de los casos, el destino fúnebre del adiós es la única opción. No se podría culpar a nadie. Somos seres humanos que pensamos, sentimos y nos equivocamos. 

Errar es humano, pero si no tenemos cuidado, es fácil romper la relación para que se pierda entre sus miles de pedazos. Pedazos que albergaron sonrisas, convivencia y amor, ahora son un desecho que no queremos mirar. 

Cuando se llega a este punto, el escenario es irreparable. La sentencia está dictada. La puerta se ha cerrado y el destino ha puesto fin a una historia que terminó como empezó: con ingenuidad, miradas y curiosidad por el resultado. 

Ya lo dijo Alaska y Dinarama: ¿Dónde está nuestro error sin solución? ¿Fuiste tú el culpable o lo fui yo? Quizá esta reparación se tome bajo la compañía de un café, aliado indiscutible de los involucrados. 

Esta idea de reparar lo irreparable, surgió en Japón en el siglo XV cuando Ashikaga Yoshimasa envió a China, para ser reparados, dos de sus tazones de té favoritos. Los tazones volvieron, pero con feas grapas de metal que los volvían desagradables. Decidido a encontrar un mejor resultado, buscó artesanos japoneses quienes inventaron una nueva forma de reparar cerámicas: el kintsugi. 

Cuando algo se rompe, como un objeto de cerámica, su destino no es el bote de la basura, sino la reparación a base de pegamento y polvo de oro, recursos que servirán para cubrir las grietas de los objetos. Objetos que han alcanzado la reparación después de encontrarse con una ruptura definitiva. Una ruptura que funciona como alegoría para encontrar la restauración en nuestras relaciones personales. 

El Kintsugi, que significa “carpintería de oro”, propone que cuando algo ha sufrido un daño y guarda una historia, se vuelve más hermoso al repararse con oro, pues en lugar de evadir los defectos u ocultarlos, se acentúan y celebran estas grietas, pues al verse reparados ejemplifican la resiliencia para salir juntos del problema. 

Al final, siempre podremos restaurar la cerámica de nuestros problemas. A menos que hayamos tirado las piezas al incinerador. 

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