Ahora estoy parada reflexionando a profundidad sobre el futuro, dejando pasar el presente. Aquí en mis pensamientos filosóficos me imagino cómo era mi yo de antes.
Siempre me gustó viajar, de hecho, llegué a visitar varios rincones de mi querido México. Cuando eres pequeña no tienes recuerdos tan exactos de los lugares, pero hay fotos que lo atestiguan. Mis abuelos maternos, desde que nací, me han querido mucho y me llevaban de viaje cuando aún tenían fuerzas y ánimos para cargar a una pequeña.
Han pasado diez años desde mi último viaje. Me convertí en alguien que ama la lectura, pero prefiere escribir sus propias historias; digamos que soy salvaje al navegar por el mundo de la literatura.
Me digo a mí misma: para qué viajar a otros lugares si no viajamos a explorar y averiguar quiénes somos, qué queremos, de dónde venimos, con quiénes queremos estar. Intenté también viajar y conocer personas, amarlas, pero hasta ahora no he logrado quedarme en un sitio con alguien más que no sea yo.
Por eso decidí enfocarme en mí, dándome cuenta de que el mejor lugar es conmigo, tanto así que me acepto y reconozco que soy capaz de navegar en mis deseos, antes de hacer latir el corazón de otra persona; ahora soy solo yo y mis pensamientos quienes vivimos felices y luchamos para conseguir aquellos sueños y metas.
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