Abanico

nicaragua-g8e9d098cd_1920-thegem-blog-default

Junio de 2021

Cumplía tres años de estar exiliado en Costa Rica. Nací en un país convulso, pero de él, más bien de ella porque tiene nombre de mujer, aprendí la pasión de amar con sinceridad, con simpleza, pero con una simpleza que no pierda el norte de la devoción. Un país abandonado por los dioses, pese a que toda la población espera el milagro de la redención: Nicaragua. 

 

La colilla del cigarro calienta mis dedos. Me aferraba a la época lluviosa para tener una excusa para escribir sobre esa tristeza que ya está por estallarme, para recordarme que mi amnesia es temporal. Quería recordar a la madre que de niño quería ver, aunque fuera a escondidas de la familia. Contra todo pronóstico, les he demostrado a todos ellos que la poesía sí me da felicidad. Mientras tanto, el país se caía a pedazos y yo con diecinueve años, en un lugar ajeno a mis latidos, trataba de salvarlo. ¿Salvarlo? Solo quería salvarme a mí mismo. 

 

Diciembre de 2021

El bus se detiene justo en el Km.13 de la carretera a Masaya. Yo me bajo en el 14. Ahora vivo en Ticuantepe, la depresión es más peligrosa que una dictadura. Abrazo con los ojos lo que sé, pronto podría perderlo. Decidí regresar a Nicaragua a sabiendas de que mi poesía es ilícita para los que deciden lo que se debe decir y lo que no. A pesar de ello, viví los pocos meses que la Policía me dejó estar, con mucha felicidad y convicción. 

 

Al llegar a casa, la familia que recién construía estaba ahí, intacta. Lucila, mi hermana con El necio de fondo, teclea su tesis; Katherine, mi compañera, recién llega de sus clases de francés; Zimba, maúlla. Todo en la sala de esa casa era un refugio del desastre que había afuera y que trajeron ellos, los ingenuos que creen que pueden aprisionar el amor. 

 

Agosto de 2022

¿Qué es el exilio? 

Más bien me gustaría saber el fin de su existencia. Al parecer para saber amar, tuve que aprender a sufrir y a sentir ese sufrimiento. 

Mi país no se quedó en la frontera, mis amigos Muammar y Samantha no son prisioneros como lo malpiensan los tiranos que se los llevaron de sus casas. 

Camino por San Pedro, por micromomentos regreso a la Managua que tanto amo y tanto me amó, regreso al brindis que celebró mi retorno. 

 

8
X