
La primera vez que te vi
tu belleza estalló
en mi cabeza.
Éramos jóvenes,
aunque quizá yo
era más bien
un enfant terrible.
En aquellos años
viví entre colegios,
parques y un edén.
Supe que hombres
y árboles
nacieron juntos,
fuimos Adán y Eva.
Tus cabellos siempre
me han cobijado,
me hubiera gustado
robártelos como Dalila.
Bebiste de mi agua,
tus ojos nunca dejaron
de ser verdes,
verde-amor
verde-novio,
verde-lágrima.
De vez en cuando
tiro los dados,
miro el pasado:
tu cuerpo
cubre mi tiempo.
No sabía
que era una ninfa,
intenté ser una novia,
pero clavé la daga
sobre el grillo
que le cantaba
a nuestro amor,
mientras tú te disponías
a salvarlo.
Extinguí todo sueño,
aunque conservé
tu corazón
junto al mío.
¡Oh, dulce Percy!
¡Ahora lo sabes!
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