Aconte-ser

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Lo sabes, deberías estar haciendo otras cosas, entre ellas, dejar de perderte en la comida para no pensar; exacto, para no sentir la frustración que te persigue desde hace meses, para verte más grande y que te tomen en serio. Deberías estar haciendo otras cosas, por ejemplo, dejar de inducirte el sueño para huir de la ansiedad. Sí, deberías estar haciendo otras cosas, es lógico, te lo dice la voz que dentro de ti nunca se calla. ¿A quién le pertenece? ¿Es tuya? Quizá solo es el eco de quienes por décadas te hablaron, de quienes te enseñaron qué sentir, qué pensar, cómo ver y hacia dónde ir. Deberías estar haciendo otras cosas para ya no llorar a secas ni soñar con anhelos para los que ya caducaste. Deberías hacer otras cosas, pero ¿qué? Tal parece que hacer nada es lo que mejor te sale. Eso, quédate así, en casa. Deleitándote con la quimera de que nadie te observa, de que si respiras solo tú lo sabes, solo tú lo escuchas. De que si cierras los ojos es posible existir sin hacer ruido, ocupar un lugar sin que te sientan, vivir sin estar, huir, irte, no funcionar, apagarte prematuramente.

 

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