
Debería hacer otra cosa,
algo más que pensar y pensar,
pensar en mi protagonista y su dilema,
debería,
por
ejemplo,
ayudar a mi madre en el trabajo.
Tal vez este sueño vano de escribir
también se desvanezca
como el sueño de tocar el saxofón,
tan solo
tan solo
debería dejarlo de lado
y el tiempo hará su parte.
¿Cuántos días pasarán?
Hasta que se me olviden las letras.
Quizás si sirviera de algo,
si alguien más me leyera,
tendría un motivo.
Quién sabe,
pero a veces me imagino
en un mundo furtivo
donde un lector pagano
y depresivo
se detiene dos segundos a leer uno de mis poemas
y me dedica una efímera sonrisa.
Soñar con ese mundo
me devuelve la calma.
En el cielo se forman nubarrones,
si hubiera hecho algo más
que crear un castillo de humo
ahora no tendría tanta hambre.
¡Quién sabe!
¡Quién sabe!
Lo más seguro
es que me diluya
mientras sigo escribiendo.
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