Cuando el tiempo me miró

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Si me preguntara, de alguna manera mágica y fantástica, mi pequeña yo del pasado a mi yo del presente, dónde estoy justo ahora, lo que yo podría responder es que estoy con varias de las personas que conoce, pero muy lejos de donde ella está. Si viniera a buscarme, tal vez por el pelo cano de mi padre, o la mayor altura de mis hermanos, o el estilo tan diferente de cabello que ahora lleva mi madre, ella podría jurar que somos personas completamente desconocidas.

Pero si riendo todos juntos, o probando la comida sabrosa de mi mamá, o sin que necesariamente supiera por qué, sentada en el sillón de una casa diferente, que jamás imaginó, viendo la tele, empezara a reconstruir aquella imagen como la de su hogar, sumamente familiar y cálido, entonces sentiría como si toda esa travesía en el tiempo hubiera sido solo el vago recuerdo de un sueño; como si nunca hubieran partido, como si nunca hubieran salido de casa aun estando tan, tan lejos.

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