Estoy frente a la computadora, me prometo no despegarme de ella hasta terminar de leer el artículo. Miro un mensaje, ahora estoy en Instagram, like para este post, veo otro mensaje, no he entregado el informe, tengo un libro al lado, le doy una hojeada, lo leo en desorden, citan a Rilke, recuerdo que tengo una tarea atrasada. Necesito un lápiz, hay uno en la barra, su punta está chueca, quizá un sacapuntas, encontré una goma. Regreso a la mesa y otro mensaje. Ricardo compartió un link para descargar libros, busco entre los chats la recomendación de Andrea, la encuentro, lo descargo, lo envío a mi correo. Necesito mi libreta de notas, hay una en mi cuarto, llego a la sala, regreso al pasillo, miro el librero, ahí está la libreta. Mi madre me ha dicho que poner miel en la cara puede ayudar con los granos, bajo a la cocina, tomo una cuchara, anoche cené avena y la miel está en mi cuarto, subo de nuevo pensando en el frasco, de frente el librero, dejé mal puesta mi libreta. ¡Claro!, a eso venía, me pongo la miel, tomo el cuaderno y cuarenta minutos después regreso al estudio para seguir con la ecología de poblaciones resumida en 56 cuartillas.
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