Duelo de un amor fracturado

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Te vi tan perdido que me dieron ganas de transformarme en mapa para que te sobraran senderos que te llevaran a encontrarte.

Deshice los instantes e intenté transformarlos en huellas para que no pudiéramos burlar los pasos de la memoria cuando nos conceda los recuerdos a través de los segundos.

Pero te quise dar tanto que me quedé flotando en medio de la nada. Ahora nada tiene sentido. 

Quise ser las historias por narrar en tu libro, pero tú te quedaste en el pasado y nunca me abriste tus páginas. 

Dibujaste mis miradas con lápiz para evitar entintarme en las permanencias de tus recuerdos.

No fuimos muy lejos entre mis ganas de fundirme en tu ser y tus ganas de ser amante ocasional.

Las paredes rojas se incendiaron al alba y se impregnaron de tu sudor y del mío. Tuvimos que apagarlas con el gélido silencio de la indiferencia.

He congelado las calles, ahora vacías de las risas que se volvieron promesas de un futuro que nunca te brotó y que por ello, nunca me tocó. 

Tuve que volar. Salté hacia abajo para tirarte del pedestal. 

Desde la escalada, nos observamos: más humanos, ajenos, tendemos puentes mientras seguimos nuestro rumbo.

Aquí está mi amor fracturado, el que te ofrecí entero, pero se nos escapó de las manos.

Le conté a la luna que tú y yo, juntos, no fuimos muy lejos y que me gusta orar porque tal vez con otros ojos, otras manos, otros cuerpos, otras almas, o en soledad, cada quien alcance el pasaporte de los sueños que sí se realizan. 

Gracias por el viaje sumario; aquí comienza el mío, sin ti, pero conmigo, siempre conmigo…

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