El verano y la lluvia

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Siendo apenas la mañana 

del séptimo día del verano,

ya extraño la primavera.

 

                       En mi región caudal habitan convulsos

todos los deseos por salir,

todos los años de mi juventud acumulados,

constreñidos, despreciados,

negados por la creencia infundada,

el peso nunca aceptado,

de una vida que “debe ser”.

 

Ha llegado la noche y la lluvia,

diluvio mínimo, 

lavamiento de la tierra,

                               me coloco debajo suyo:

             espero,

espero se lleve el pecado de desear todo lo que no es,

espero se acabe mi tristeza,

espero me renazca el deseo por el verano.

Porque debería estar haciendo algo más,

algo más que desear el retroceso

o el paso precipitado del tiempo.

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