
Inmutable, discreto, desaparecido;
es el tiempo que vuela como paloma fugitiva,
que con su aleteo ahuyenta las hojas desprendidas
de los árboles galantes del parque.
Yerto, solitario, aburrido;
la fuente exhala chorros de agua que,
al coquetear con el sol, brillan como escamas.
En su caudal de llanto, los niños se empapan.
Ensimismado, olvidado, pensativo;
humeantes fantasmas mendigan existencia
y las parejas convierten en risas sus murmullos.
El misterio de las bancas despobladas.
Distante, absorto, contemplativo;
las crestas de los árboles sacuden las nubes acumuladas,
los edificios formales y curiosos se alzan,
y yo solo observo. Debería de estar haciendo otra cosa.
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