Cosas rotas

glass-g33d0d0a26_1920-thegem-blog-default

Son muchas las cosas que pueden romperse: un zapato, una blusa, unos lentes, un teléfono. Superficiales, claro, pero hay otras cosas rompibles: los corazones, las personas y la vida. Por suerte, cada que hay fracturas, hay alguna solución. Los corazones son vulnerables, se rompen con facilidad, sin embargo, siempre terminan sanando, bien porque el tiempo logra “pegar” los pedazos, bien porque se colocan parches que logran subsanar esa herida, o bien porque se terminan empleando “tripas” para cubrir los huecos que otras personas o hechos dejaron. Al final, no hay corazón que permanezca roto la vida entera, siempre se terminan ensamblando, quizá sin quedar como al principio, pero no permanecen quebrados del todo. 

               Las personas también se rompen, se rompen cuando se pierden a sí mismas y no saben dónde buscarse. Se rompen cuando pierden el rumbo y al buscarlo no encuentran uno solo que les haga llegar a buen puerto. Se rompen cuando no sabes quién eres, pero te conduces a diario siendo alguien a quien consideras “tú”. Las personas se rompen por distintos motivos, pero esto muchas veces ayuda a encontrarse o a encontrar aquello que nos permite ser o seguir. Así que, en cierta forma, las personas se rompen y no se pegan, se reconstruyen, toman trozos nuevos (sueños, planes, afecto, emociones, vida) y vuelven a estructurarse, aunque con fragmentos diferentes, algunos son nuevos, otros antiguos, pero vuelven a ser una sola pieza. Al igual que los corazones, estas reconstrucciones pueden no resultar absolutas, quizás habrá partes que no embonan o secciones que deben perfeccionarse, pero no, no quedan rotas.

               Las cosas se rompen y la mayoría de las veces tienen reparación, pero ¿qué ocurre cuando las cosas se quiebran y no tienen solución?, ¿qué pasa con esas cosas que se fracturan y no quieren ser reparadas? No porque no se pueda, aunque no se puede, no porque no se quiera, aunque no se quiere, sino porque así, rotas, también funcionan. Los objetos materiales se rompen y casi siempre pueden repararse, esto con la finalidad de que sigan desempeñando su función, o bien desempeñen una nueva. Los corazones rotos una vez sanados vuelven a latir y son más fuertes. Las personas rotas después de ser reestructuradas viven mejor, conscientes de que todo lo que no está ha sido eliminado por alguna razón y que aquello que se ha agregado hacía falta para funcionar de manera armónica.  Pero hay cosas que se rompen y no pretenden repararse porque así desempeñan una función importante, quizás es el hecho de observar los pedazos y ver que alguna vez todo estuvo completo. Porque sí, las cosas se rompen, pero, a veces, no quieren ser reparadas.

69
X