
“Lo que se hace con el corazón no puede salir mal”, eso me repito un par de veces al día, cada que siento que el dolor de cabeza se hace más insoportable y mi cuerpo entra en un estado de bochorno. Si alguna vez has sentido eso, debes saber que es una de las peores sensaciones; sudas, te irritas, te comienza a doler la espalda, una sensación horrible. A veces el mantra no funciona y aunque me lo repito una y otra vez, llegan a mi cabeza como torrente, todas las otras cosas que no he cumplido por tomar las decisiones equivocadas.
A veces me dicen que “las cosas pasan por algo”, pero ya no sé si esa frase de verdad aplica a la vida o si de plano es una frase que ilustra más la estupidez humana y nuestra incapacidad para hacer frente a situaciones sencillas de evitar, que no evitamos por cierto apego al sufrimiento. Ahorita, por ejemplo, nada me detiene a realizar otras actividades; salir a correr, andar en bicicleta, cambiar el foco fundido del techo. Sin embargo, estoy divagando mientras tecleo y ya van más de tres veces que borro este texto.
Debería dejarlo así,
como lo pensé por vez primera
porque era un texto simple,
o debería perfeccionarlo,
sacarle brillo y exponerlo
en la vitrina de los logros
de un día que pintaba mal.
Debería dejarlo así
e irme a otras labores
más fructíferas para el futuro
del que tengo ciertas dudas.
No debería pensar en eso
y ver el presente a la cara
sin parpadear para que entienda
que por fin estoy tomando decisiones.
Debería estar haciendo
otras cosas que no sean
escribir y pensar
en lo que ya no debería.
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