Hombres grises

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Entre los hombres grises se oyen pasos sordos, espejos de ilusiones o dorados sin alma. Sin embargo, aquí estoy, transcurriendo a la edad adulta, haciendo lo que se supone, lo que la sociedad nos dicta: teniendo un trabajo, escuchando los coches, mirando desde mi escritorio una ventana hacia la nada…

«Yo no debería estar aquí», me susurraba de lejos el pájaro desde mi ventana, pero la tinta se agota, los dioses me ignoran y las historias se acaban, es solo el reflejo del agua que con la última gota de lluvia parece que pasa…

¿Una cobardía por no haber perseguido mis sueños es lo que ahora me ata?

Yo no debería estar aquí… en un mundo que mata, ignorando los instantes, sin mirar más atardeceres, atrapados en el mundo de las pantallas, pero la pantalla se convierte en un mundo y la luna apenas parece que pasa…

Es como un amor desdichado, amargos pasajes de sombras floridas, nubes repletas que cubren los cielos sin generar más días.

Y es que yo no debería estar aquí, entre los hombres grises. 

¿Lograré mantener mi esencia en esta vida sin pluma, en esta vida perdida?

¿Qué es la esencia cuando uno crece? Y, ¿qué pasa con nuestro niño interno cuando el mundo parece que muere?

 

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