Queremos ir muy lejos

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No estábamos tan alejadas de la realidad… pero qué diminutos e insignificantes somos. Mi universo, ese que alberga planetas llenos de contrastes… algo es diferente. No tiene lugar en una imaginación simple. 

Yo le hablo, lo abrazo y lo lleno de besos en momentos de penumbra, recordándole que algún día, volveremos a casa. 

Te siento tan pequeño, inexperto, frustrado… ¿Qué puedo hacer yo para hacerte más ambicioso? No tengas miedo a las miradas. Siéntete importante ya que lo eres. Tu existencia nunca fue en vano. Mirarán hacia mi cuerpo. Lo harán con telescopio y microscopio a puro ojo desnudo. Al fin y al cabo, eres mío y yo soy tuya. 

Ve más allá de lo que tu pensamiento habitual te permita, más allá de lo que puedas ver con los puños cerrados conteniendo tu ojo sobre la garganta. ¡Vamos a aquel lugar, más allá de horizontes dogmáticos! ¿Por qué siempre has tenido miedo a ser tú? Me lo contagias. Se te olvida. Al fin y al cabo, eres mío y yo soy tuya.

Todo lo que digo, ya lo tienes. Siempre lo has tenido. Sencillamente lo eres. No ir no da miedo, pero éste da aún más miedo a sí mismo. Al borde de la confusión, muero. 

Vamos allá, mamá, papá… donde la muerte nunca los alcance, en donde pueda permanecer a su lado de la manera más egoísta por la eternidad que es conocida sólo por Dios. Vamos, corran, o mejor vayan más lento para que permanezcan más tiempo aquí… porque no nos queda mucho, me lo dijo la muerte misma. 

Yo los ví, mamá y papá, en un sueño. Con tijeras enormes, del tamaño de mis frustraciones. Eran tan negras como aquel lugar. Creí que cortarían la raíz de mi felicidad con la facilidad con la que uno cae. Fue sólo una visita, una advertencia y un consejo. 

Mamá, papá… mejor… no hay que ir. Quedémonos. Permanezcan. 

Que la intuición brote de mi ser como raíces profundas, siempre latentes por la alegría de vivir y renacer en el cuerpo en el que siempre han existido. Son sus frutos los que me guiarán a mi mundo. Intuición precisa, cariñosa y cálida. A falta de ti, hay carencia de todo. Te escucho en mi quinta palma, y siento nuestra conexión entre la realidad corpórea y las otras. 

Quiero visitar aquellas verdades, aunque la visita sea momentánea. Mientras mantenga la espontaneidad de su conocimiento, mi alma se mantiene tranquila. 

 

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