Amor para aprender

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Cada noche suelen depositarse ideas sobre mi cabeza para ser elogiadas con búsqueda y análisis, cada una de ellas es alimentada con café y amor. Me considero una persona aficionada al aprendizaje constante, pues no existe hora, lugar o condición que impida que mi curiosidad no busque respuestas a las preguntas que en mi cerebro se formulan. Quizás es el procedimiento de la creación del conocimiento lo que me ha permitido amar y admirar cada una de mis etapas como estudiante. Pero mi intensión verdadera, lejos de ser estudiante, se acerca más a ser una actriz de la ciencia, es decir, quiero ser un personaje que pueda interpretar y personalizar lo que la vida crea y destruye en mi entorno. Quizá debería pertenecer a un elenco de personas locas que interpretan a científicos aún más locos o quizá debería de dejar la cafeína para por fin poder dormir, pero… ¿qué es el sueño si no puedo soñar con lo que más amo? Dejar para después mis actividades prioritarias con tal de ir a aprender…

Durante mis veladas llenas de entendimiento y desprovistas de descanso, suelo interpretar el uso de la razón como una herramienta subjetiva propia del ser humano para obligar a su lógica a otorgar significados predeterminados. Sin embargo, no existe valor humano que impida crear e imaginar cosas sin sentido cuando existe un conocimiento previo, es por eso que aprecio tanto el intelecto sin límites, sin reglas ni contratiempos que impidan crear aún más conocimiento. Quizás es mi amor por el saber lo que me motiva a transferir mis sentimientos en forma de docencia generalizada o bien, quizá, deba de buscar ayuda profesional que me instruya en el uso de la razón y de mi capacidad cerebral. Quizá debería de hacer otras cosas que no requieran del pensamiento constante y la búsqueda de respuestas, pero de esta manera las ideas solo se acumularían en mi cabeza de forma desordenada y así, en la tristeza de ser desatendidas, sin respuesta alguna, me conducirían a la locura. Y las noches lejos de ser espacios de lectura, serán repisas sombrías como una biblioteca vacía.

Y aquí estoy, de madrugada, con un café y un gato, dedicando mi vida al aprendizaje y a su interpretación constante, renunciando a posibilidades y descansos. No haciendo casi nada para saber casi todo, quizás en una de esas, pueda aprender a hacer cualquier otra cosa de las que me han contado que son más originales y normales.

 

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