Apuntes de sobremesa

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Te elevas sobre los recuerdos, ciudad de sueños perdidos.

Te despides del peso de tus ojos. Flotas. 

Intentas mantener firmes las raíces que escondiste en nuestro suelo.

Te aferras al olor a tierra podrida. 

Despojas tu rostro de las migajas de mi aliento 

mientras, al subir, te llevas el olor de las flores de jengibre.

 

No te despides, perdiste el habla. 

Tu lengua tiembla de impotencia en las alturas.

La sangre de tus padres gira sin retorno.

Ya no eres el hombre que se mecía en mis sueños.

 

Te descalabraste, huiste al volcán que palpitó pinzones.

Quisiste sentir el alba de tus huesos, pero, quizás, 

vuelvas en el vientre añejo del hastío. 

Quédate,

bebe del cáliz de mi memoria,

ofréndame los ecos de aquellos otros rostros.

Llévame,

confío en ti.

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