¿La ciudad entera con una sonrisa?

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Encontrar lo planteado en el título parece imposible. En las ciudades ves a cada persona absorta en su mundo, en sus dudas. ¿Pagué la pensión de mi hijo este mes? ¿Cocino algo o pido delivery? ¿Aprobaré el examen? ¿Me dirá que sí? 

No se tiene interés por quien pasa por delante. Incluso, ni le miramos la cara; son anónimos que no captan nuestra atención. La sociedad mecanizada y acelerada provoca que los individuos no pierdan tiempo en temas ajenos. ¿Por qué me interesaría la vida de esa persona?

No es tu amigo, familiar, compañero de trabajo o personaje relevante en la sociedad donde vives. Mientras no choque con tus intereses, no hay razón de conocerlo. Esta situación genera que la sociedad sea la que entienda cada uno. Si estoy triste, es deprimente; si estoy emocionado, es eufórica; si estoy nervioso, es ansiosa.

El humanismo colocó al hombre como el centro de todo y la sociedad actual planteó al hombre en un sentido individual. Mis problemas, logros, situaciones son lo relevante y el resto pasa a un segundo plano. Ya no se saluda al vecino ni al taxista ni al panadero ni al carnicero ni al cajero ni a la persona que limpia.

Sin embargo, siempre hay algo positivo entre tanta negatividad. Si ven a un sujeto cantando su canción favorita en la calle, ¿qué es lo primero que se piensa? Seguro querríamos burlarnos de este loco que se deja la vida interpretando el coro. Pero, ¿no nos damos cuenta de que ese hombre está sonriendo? Tendrá gran cantidad de responsabilidades y aún así decide relajarse tarareando en la ruta del trabajo a su casa o a cualquier otro lado.

¿Y si los imitamos? No necesariamente con una canción, podemos pensar en algo que nos guste mientras caminamos y no tener miedo de reflejar lo que sentimos en ese momento. Podemos saludar a quien nos vende un plato de comida con un simple buenos días; luego de recibir el plato, podemos responder con un muchas gracias y, finalmente, antes de irnos culminar con un hasta luego.

Perdamos el personalismo, el yoismo. Dejemos ser un “solo yo” y seamos más yo en cada lugar que nos encontremos. No temamos mostrar emociones. Si estas feliz, demuéstralo. Anda con una sonrisa en el rostro comiendo tu helado favorito. Si vemos la sonrisa en uno da ganas de sonreír. 

Si cada uno se ríe cuando quiere reír llegaremos al punto anhelado de toda una ciudad con una sonrisa.

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