El Vecindario

pexels-skitterphoto-422844-scaled-thegem-blog-default

Un buen vecino ayuda

Un buen vecino no ofende

Un buen vecino sonríe

El Vecindario, un lugar tan simple como sus habitantes, regidos por tres, aún más simples, preceptos unívocos. Nadie sabe a ciencia cierta qué tan antiguos son estos mandatos, lo poco que se recuerda es que un día, sin advertencia, nuestro mundo cambió: no más riñas, no más tediosas juntas vecinales; éramos más amables, más civilizados y no había nadie que no portara su característica sonrisa de oreja a oreja.

Incluso ahora, mantengo esa sonrisa que tanto aduló mi madre cuando era niño. Si bien me es imposible averiguar acerca del origen de nuestras leyes, me atrevo a pensar que se tratan de mandamientos escritos por sabios que pretendían la creación de una sociedad afable y benevolente…

Creo que se ha ido, no se queda mucho tiempo, usualmente te observa un par de minutos para asegurar que tu sonrisa siga intacta. Vigila lo que hacemos, lo que escribimos, si pudiera ver dentro de nuestras cabezas lo haría… ¿o ya lo hace? No, si así fuera ya estaría muerto. Ya no importa, bastarían estas palabras para sentenciarme, no hay vuelta atrás, deben saberlo… alguien debe saberlo.

Estamos atrapados, obligados a mantener una sonrisa día y noche, seguir al pie de la letra esos absurdos enunciados que osan nombrarse ley. Muchos han intentado huir, dejar la sonrisa y correr hacia la arboleda, pero cada intento culmina con uno de esos tentáculos apresando a los desertores y arrastrándolos a quién sabe dónde. Nadie está a salvo, no sabemos qué hacer, es asfixiante ir todo el día con esa infernal mueca. A veces es imposible contener el llanto y es muy común encontrarte con sonrisas inundadas por las lágrimas, sin embargo, la ambigüedad de las reglas nos permite sobrellevarlo; —No dejes de sonreír —decía mi madre—, pase lo que pase.

Hasta la fecha ha funcionado, pero ¿hasta cuándo? Ya no lo soporto, debo escapar… tengo que intentarlo… si corro lo suficiente me encontraré con alguien… pero quién me asegura que el resto del mundo es diferente… ¿y si todos los asentamientos humanos son vigilados por esta… Cosa? No hay tiempo para dudar, ya viene, la escucho, escucho cómo se arrastra por la ventana y entra, me observa, sabe que algo anda mal… posa su tentáculo sobre mi hombro, puedo sentir ese enorme ojo sin párpados, ya no hay tiempo…

Quien lea esto, ayúdenos.

15
X