El éxito es una poción dorada con estrellas que está en la cima de una montaña y dicen que la felicidad está contenida dentro.
Debería estar escalando al lugar donde todo es como siempre lo imaginé, porque después de tantas batallas y sacrificios “obtenemos la poción del éxito”. Pero he visto héroes que caminaban conmigo dejarme atrás, subiendo a pasos agigantados o con ayuda de una máquina voladora, porque las misiones del mundo exterior son diferentes a las de la Escuela de magia. No todos tenemos las mismas oportunidades y habilidades. A su vez, he dejado a otros más en el camino.
Quiero descansar de esta competencia. A mi edad ya debería haber terminado muchas cosas: obtener mi título de magia, trabajar para los reyes, haber viajado por todo el mundo vendiendo objetos mágicos como Rick el Amarillo, tener una casa propia con un sueldo de héroe y hablar tres idiomas como Lupita la Sabia. Ya debería tener todo lo que se necesita para ser considerada una maga exitosa. Por mucho tiempo creí que debía medirme con metas que no me corresponden.
Pienso en todas las cosas que pospuse por estar luchando para conseguir esa poción y por creer que solo sería feliz cuando la consiguiera. Hoy me detengo a mitad de la montaña a contemplar la vista y lo que sacrifiqué… Imagino abrazar a mi familia una última vez o cantar trovas con mi vecina, conocer a la familia de mi amigo. Ahora ya no podemos hacer nada de eso.
Cuando eliminé la idea de que el éxito sólo existe en el reconocimiento, las misiones me dejaron de llegar.
Ahora estoy en un lugar donde hay montañas verdes que puedo subir y bajar a mi antojo sin sacrificar nada, puedo crear mis propias pociones: hay frascos escondidos entre las flores a cada pequeño logro, un río donde encuentro la poción de paz mental, un elixir escondido en el aroma del ponche y una sonrisa abre la puerta que lleva al mar. Entendí que la felicidad viene en diferentes formas.
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