Meditaciones

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Ya no volverán a visitarnos. Aquellos que se han ido, de los que tal vez no nos despedimos, esas estrellas fugaces que se desvanecieron, las velas de ingenio que se consumaron, los barcos que zarparon a nuevos destinos; y no volveremos a ver…

En un luto gris y azul me mantengo en silencio, expectante, ave enjaulada con el corazón blando, con muros de penas y tristezas que jamás son escuchadas, esperando a su retorno asomarse en el horizonte, aún sin asimilar que no llegarán…

En la oscuridad de la noche, y confinado, no logro comprender por qué en este mundo todo tiene que perecer…

Y de mis lágrimas brotan flores amarillas en el crepúsculo, abriendo sus pétalos para darme cobijo, muriendo instantes después.

Paso noches preguntándome y pensando, si quizás algún día los pueda volver a ver, en el trémolo finito de mi atardecer. Y que tal vez juntos podamos reunirnos felices en el ocaso infinito del ser, el día en que las flores amarillas revivan y las noches no sean azules ni verdes ni rojas, aquel mágico día en noviembre cuando vuelvan a visitarnos otra vez…

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