Sexo sin amor

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“La primera vez que tengas sexo debes estar muy enamorada”, es una frase que le escuché decir a mi madre en repetidas ocasiones. A los 11 años estaba muy enamorada y tuve mi primer encuentro sexual, pero no con la persona de la que estaba enamorada. Sentí un cúmulo de emociones y placeres exorbitantes, se volvió una práctica recurrente, íntima y a puerta cerrada.

Durante la secundaria se me enseñó a tenerle miedo al sexo y a avergonzarme de mi placer, así que mi goce se volvió un secreto.

Después vino el coito, el horrible e insatisfactorio coito. Con mucho dolor recibí la penetración, frustrada, insegura e insuficiente, sin ningún interés por disfrutarlo, solo quería que entrara sin retorcerme de dolor en cada intento. Aprendí a desconectarme y al lograr el orgasmo, el de ellos. Me sentía conforme y aprobada. No experimentaba ningún tipo de goce pero fingía que sí. Me acostumbré a sentir un nudo en el estómago al terminar. 

Mi clítoris, el centro de mi placer, no era visitado nunca por nadie además de mí, puesto que a nadie le interesaba.

Pero después me enamoré: la palabra enamorar tiene la palabra amor incrustada. Antes creía estar enamorada, cuando sentía mariposas en el estómago, nervios y sudor, pero eso no tenía amor incrustado, quizá inseguridad. Pero hoy estoy en-amor-ada, hoy me siento mirada, escuchada, valorada, respetada y amada; hoy hago el amor, porque no son solo los ojos de la otra persona los que me ven, ahora puedo verme a mí misma y amarme; ahora existe un interés por mis deseos y anhelos, puedo admirarme y sentir el placer de compartir, puedo conocer al otro y gozar a través de hacerlo gozar y que goce a través de mi goce, sentirme segura y orgasmearme.

“La primera vez que tengas sexo debes estar muy enamorada”, las sabias palabras de mi madre que algún día juzgué de impertinentes y recatadas, porque las interpreté como una barrera reglamentaria. Pero ahora desde mi lugar puedo resignificarlas y darles el valor que se merecen.

Sé que no fui la única niña avergonzada por masturbarse, ni la única mujer que fingió orgasmos, que ha sufrido una penetración, que no ha obtenido placer y que falogocentralizó su sexualidad, que no soy la única que anhela sentirse segura y escuchada. Creo firme, pura y gozosamente que no es demasiado desear lo crucial, yo he encontrado este camino en el amor e invito a que las mujeres prueben esta forma de tener sexo. Hagan el amor y háganse el amor, garantizo resultados deliciosos.

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