Yo no nací en la Ciudad de México, pero he vivido aquí desde que tengo memoria. Tal vez por ese motivo, durante muchos años, se me dificultaba encontrar la fascinación que el resto del mundo veía en este lugar. Sin embargo, al pasar el tiempo he notado que vivir aquí es estar en una aventura perpetua. Adonde quiera que vayas o lo que sea que hagas, siempre te toparas con algo nuevo por descubrir.
Dentro de la aglomeración de construcciones es posible encontrar todo tipo de sitios para el ocio, desde plazas y parques, hasta bares o cines. Se puede ir, por ejemplo, al Barrio chino y luego recorrer la Alameda para apreciar la hermosa arquitectura colonial del Centro Histórico. También se puede pasear por Coyoacán y visitar el Museo de Culturas Populares para saber más acerca de nuestro país. Estar en cada uno de estos lugares no solo es como salir de viaje, sino conocer más acerca de nuestra ciudad.
No obstante, dentro de la urbe existen otros espacios, más cotidianos para gran parte de la población, como las escuelas, las calles, los hospitales o las casas. Lugares en donde las personas pasan la mayor parte de su tiempo y donde tienen experiencias, si no asombrosas, por lo menos curiosas; una que lo fue para mí ocurrió en la zona más o menos comercial de Metro Copilco, que rodea a Ciudad Universitaria. Fui a buscar gorras de natación y no las encontré, pero descubrí muchos establecimientos donde comer a buen precio, mismos que frecuenté tiempo después.
Estoy segura de que habrá personas con alguna vivencia parecida y también habrá otras con experiencias diferentes, porque en la capital cualquier cosa puede suceder. Y es que en la Ciudad de México un día te despiertas y te enteras de que el puente peatonal ya no está porque un tráiler se lo llevó en la noche. El mismo puente del que un día se aventó alguien tratando de matarse y solo se rompió un brazo. Al lado de la avenida que te lleva al estadio Azteca, donde cada cierto tiempo se reúnen los hinchas a vitorear a sus equipos. Los mismos hinchas que una vez alzaron al embajador de Corea porque el equipo de su nación logró que nuestro equipo calificara. Y todo te deja preguntándote ¿qué pasará mañana? ¿Qué nueva aventura me espera?
No cabe duda de que vivir en la Ciudad de México es una experiencia emocionante y aunque a veces llegue a dar miedo, quiero vivir en ella por siempre porque no deseo perderme de los eventos nuevos que puedan suceder y que le dan sabor a este gran viaje que es mi vida.
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