Balid en Tefan

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Balid llegó al mercado y conoció a una amable señora, con una sonrisa de oreja a oreja. Él hizo lo mismo siguiendo las costumbres del pueblo Birk. A diferencia de Tefan, el poblado vecino ubicado a 86,8 kilómetros en la región del norte, un lugar aislado en donde todos se recibían los unos a los otros con una marcada indiferencia y un respeto absoluto asintiendo con la cabeza, viéndose a los ojos. Para la gente de Birk, un saludo así parece hostil y llena de angustia. Si se está acostumbrado a un trato tan cálido, la indiferencia es un hielo desagradable. Balid todavía recordaba cuando, siendo un niño, acompañó a su padre a Tefan por un asunto de comercio. Caminaba por una plaza intentando no pisar las grietas en el piso, y casi chocó con una niña más o menos de su edad y más o menos de su altura. Él, asustado al inicio, pidió disculpas mostrándole los dientes, en una ligera risa nerviosa. La niña le respondió con ojos simples, quietos y naturalmente fríos. 

Cuando le contó a su padre lo que había pasado, se sintió tan culpable como si realmente hubiesen chocado, y ¡no sonreía! Para su cultura una cara así solo significaba el más hondo de los resentimientos. Su padre lo tranquilizó, dijo que vivir en donde siempre hay sonrisas lo tenía mal acostumbrado, o quizá bien acostumbrado, de todas formas, él aprendió a devolver toda esa amabilidad y cariño. 

En otra ocasión, observó a los niños de aquella ciudad tan extraña mientras jugaban. Todos corrían de un lado a otro con rostros como máscaras. Se sorprendió de verlos correteándose y riendo mientras lanzaban una pelota. Cuanto más tiempo pasaba ahí, más notaba detalles como esos: los niños sonreían a sus padres, pero nunca a un extraño. Y los extraños algunas veces parecían tener la intención de sonreír a otros: aunque no movieran la boca, podía notar la ligera intención en sus ojos. Cuando volvió a Birk, Balid le comentó todo eso a su tía, una mujer vieja y agradable. Ella le dijo que sin importar de dónde sean o lo extraño de sus costumbres, incluso si no podías verlo en sus caras, las personas siempre tienen la intención de sonreír, incluso si están tristes.

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