Cuidad alebrije

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Kelly María, hija de un pueblo tolteca, mensajera de los mismos dioses, vive en un pueblo llamado “el ombligo de la luna”. No sabemos si se nombra “ombligo” porque está en el centro de todo, o como alusión a que las cosas pasan por un proceso para convertirse en mierda.

Este es el cuarto año de la cuarta transformación. Andrés Manuel López Obrador, alias “El Peje”, después de una larga y tormentosa espera para llegar a Palacio Nacional, ocupa el más alto nivel en nuestra dudosa democracia mexicana. Los más optimistas dirían que ahora sí viene el cambio, María ya no sabe.

Es el noveno mes del calendario traído por los conquistadores. Además de lluvioso y tembloroso, es el mes en que celebramos nuestra cuestionable independencia.

Esta fiesta refleja todo lo que somos: una combinación interesante entre lo mesoamericano y lo que llegó en la colonización, entre lo nativo y lo extranjero; entre lo que amamos de nuestra cultura y todo lo que queremos adoptar de otras. Una ambivalencia entre querer ser rubios o menos prietos, entre estar a la moda o no verse tan jodido, entre usar tenis o huaraches, entre usar ropa típica o de marca, entre apoyar la industria nacional o gastar nuestros pesitos en las grandes transnacionales. Es decir, una mezcla excesiva de todo lo que se consume y se adopta, algo así como un buen platillo mexicano que pides con todo.

Después de esa noche de ingestas excesivas, esta ciudad, “el ombligo de la luna”, se convierte en panza, para llevar a cabo su proceso de digestión. Donde los sabores y sinsabores, los ritmos y las lenguas, las tradiciones y las costumbres se mezclan y son transformadas, algunas como nutrientes y otras para por fin ser desechadas, porque son una mierda.

Como en todo proceso digestivo, ese pueblo ha pasado por indigestión y otros malestares. Kelly María está segura de que pasando la náusea estomacal y la eliminación de los desechos, su pueblo se cuestionará: ¿Qué haremos con todas las piezas que quedaron, para ya no ser ombligo, ni panza, ni lunáticos, ni dioses y empezar a construir “la ciudad alebrije”? Porque de nada sirven los sueños sin acciones que nos lleven a generar el cambio. Te preguntarás: ¿Dónde está lo chistoso? Y mi respuesta es que no lo sé; pero creo que una sonrisa se puede dibujar ante cualquier situación y sé que sabrás encontrarla, porque aquí nos reímos de todo, ¿no?

 

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