Extinción

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Recuerdo que un día todos empezaron a buscarlos: dentro de los armarios armarios, debajo de las camas, en bosques y alcantarillas, en lugares oscuros y construcciones abandonadas. Era tan extraño que no aparecieran. La gente incluso se ponía a sí misma en circunstancias peligrosas y aisladas. Por ejemplo, mandaban a sus hijos a jugar solos al bosque para que regresaran corriendo asustados. Sin embargo, los pequeños siempre regresaban sanos y salvos, sin nuevos miedos ni anécdotas misteriosas sobre lo que vieron dentro del arbolado.

 

Mi abuela, ya de 90 años, nos cuenta que en su juventud no había necesidad de buscarlos, ellos venían cuando menos lo esperabas, traían el terror a la gente de manera gratuita. Hoy se paga por un susto barato en esos festivales de terror, dice la abuela mientras con la mano derecha hace una mentada de madre. 

 

La gente les temía pero les respetaba, pues todos sabían que con ciertas cosas no se juega. Hasta el doctor, por más escéptico que fuera, llevaba su rosario cuando iba con un paciente de noche. Brujas y demonios no perdonaban a nadie, ya fuera obrero o letrado todos se llevaban su susto de regreso a casa… o mientras dormía uno. Jajaja.

Ellos cumplían una labor muy importante en la sociedad, eran actores desde tiempos muy antiguos. Las generaciones pasadas se encargaron de difundir las historias que con el tiempo se convirtieron en leyendas. Ellos no podían morir, no obedecen las reglas de la naturaleza, son atemporales y podían estar en todas partes, por eso en diferentes lugares se les llama de una u otra manera. Esparcían el miedo y con eso ayudaban a las madres a que los niños se durmieran o que se portaran bien; a los hombres les demostraban que por muy machos que fueran hasta ellos salían corriendo y a los adolescentes les recordaban que había que andarse con cuidado por las noches.

Hoy todas esas criaturas de la noche se han ido, ya nadie cree en ellas. Su principal alimento no era el miedo, sino las leyendas que la gente contaba añadiendo anécdotas propias. Brujas, nahuales, posesiones demoniacas e incluso las casas embrujadas fueron abandonadas por estos espectros. Ya no volvieron a visitarnos, así sin más un día las leyendas se extinguieron. 

 

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