Notas a vuelapluma de un vagamundo

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  1. De algunas calles podría decir que me sé de memoria cada uno de sus incidentes. Puedo, al cerrar los ojos, reconocer el lugar en donde me encuentro, por un ínfimo detalle en la arquitectura que en realidad está a nada de desvanecerse, de caer en una polvareda que me hace toser, polvareda que cubre mi propia imagen, la misma que quizá se quedó atrapada en el testamento del polvo.
  2. No sé por qué, pero me molesta mucho escuchar una nomenclatura en donde predominan números y puntos cardinales. Probablemente esto me ocurra porque me parece algo tan poco imaginativo… o vertiginoso…
  3. La enorme sonrisa en el anuncio publicitario, para anunciar la utopía odontológica. La familia feliz en el cartel que nos da la notica de la ventana de temporada de algún gran almacén… Ah, y también la sonrisa burlona de los políticos, ennegrecida por el plumón vengador, anónimo mensaje simbólico de nosotros, las muchedumbres. 
  4. Cegados están de ver todos los días los crepúsculos, desde sus hornacinas, los santos de la otra ciudad, la que se hunde, la, a veces, inasible para la memoria. 
  5. «Hola, ¿cómo estás? A que no recuerdas quién soy…». Nos encontramos en aquella esquina, la de cielo barroco. Por un momento, la perplejidad me paralizó: ¿Cómo es que me recuerda y yo no? Le digo que no, no es porque sea grosero, pero no recuerdo quién es, menos con la mascarilla cubriéndole la mitad del rostro, si es muy amable de dejarse de adivinanzas y me dice quién fue en algún momento de mi vida, lo agradecería.

Después, siempre lo mismo: tras la revelación del nombre que activa uno o dos recuerdos, el intercambio de algunas preguntas comunes entre quienes no saben cómo darle continuidad a una conversación rota hace años, preguntas que se responden con monosílabos, las cuales van, tan breves, después de un saludo que en poco tiempo se convierte en despedida.

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