Pesadilla de octubre

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Resplandecen las sanguinarias flamas 

de los secos recuerdos.

Asoman sus manos flacas y largas,

salen sus dedos densos;

telaraña de recuerdos y escarcha.

 

Lloro y huyo de las letras tentadas,

de los quejidos lentos.

Mis esperanzas muertas y amalgamas,

ellas siguieron camino

hacia la senda turbia y enlutada.

 

Camposanto; llano, tierra dentada:

la flor reverdeciendo

en medio de una terrible folganza;

crueles colores ciervo,

no soporté su tiránica danza.

 

Peor que lirio de memoria alzada

son los recuerdos ciegos:

se alejaron en tropel, cual parvada,

ya nunca volví a verlos;

solo quedó el terror, temblor y nada.

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