Qué difícil es escribir a tu lado

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Escribir es lo que más amo en la vida. No he encontrado mayor placer y autorrealización en ninguna otra actividad como en la escritura. Desde hace catorce años, no me visualizo haciendo otra cosa, aunque la vida me haya obligado a combinar la escritura con el trabajo remunerado y el trabajo reproductivo. Con frecuencia escucho opiniones que sostienen que no he hecho nada en la vida y que debería preocuparme por buscar una pareja, tener una familia, alcanzar un trabajo estable y comprar una casa o un auto, en lugar de escribir. 

En definitiva, he entrado en crisis profesionales debido a la construcción de los mercados de trabajo y la crisis sistémica capitalista, pero sobre todo por la serie de estereotipos sociales vinculados al amor romántico que critican la falta de pareja y la decisión de estar sola.  

Frecuentemente escucho: «Deberías dedicarle tiempo a tu vida amorosa, en lugar de escribir»; «Esta niña… siempre escribiendo en lugar de estar con él novio»; «Ya estás grande, ¿qué no piensas tener una familia?». Sin embargo, no estar sola tiene un costo muy alto y he pensado miles de veces si vale la pena, sobre todo desde que estamos juntos. Así que no sabes lo difícil que es escribir estando a tu lado. Cuando quieres ir a lugares ostentosos y tengo que lucir bien, termino planchándome el cabello, maquillándome y pintándome las uñas mientras leo y corrijo mis textos, compatibilizando mi tiempo de escritura únicamente para escuchar que te gusto. 

Qué difícil es escribir a tu lado porque estás casado con el estereotipo corporal que la sociedad impone y debo gastar parte de mi día entrenando para escuchar frases como «me gusta tu espalda» o «me gustan tus glúteos», lo que refuerza mis inseguridades y trastornos, pero, ante todo, reduce mi tiempo para escribir. Qué difícil es escribir cuando tengo un deadline y me dices que lo postergue, susurrando que lo nuestro es especial, pero anteponiendo tus deseos a los míos. Qué difícil es escribir a tu lado porque, aunque publiquen el cuento que te escribí, eso no te importa. Y más aún, qué difícil es escribir cada vez que desapareces dejándome destrozada emocionalmente y con inhibición intelectual. Pero hoy me aferro a escribir. Hoy me aferro a ya no hacer esas cosas que se supone debería estar haciendo. Hoy me refugio en aquellos pequeños espacios de fuga, esos que son necesarios para seguir viva. Así que, ¿sabes algo, cariño? Ya no te elijo a ti, hoy me elijo, hoy elijo escribir. 

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